Pero es su sonrisa, su indiferencia, su forma de mirarme, de tocarme, de hablarme, es lo que siento cuando está a mi lado, que no existe nada más. Es la añoranza que tengo de ese cosquilleo, de esa felicidad momentánea. Es como si él fuera a lo que aspiro, mi meta, mi ilusión. Ingenuidad, sí, ingenuidad.
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